Hace ya tiempo que no escribo ningún relato, de esos que se elaboran mientras corres por la calle (o por la ciudad deportiva). Quizás por eso, mejor dicho, quizás parcialmente por eso y quizás parcialmente porque estoy en una fase en la que intento conocer con más detalle qué es lo que me gusta leer para saber qué me gustaría escribir, si llegara o llegase el momento. Creo que en un "tuit" Pérez-Reverte comentó que un escrito bueno escribe, bien o mal, pero con su estilo. Uno malo, sin embargo, escribe como los 100 escritores a los que le gustaría parecerse. Debe ser la enésima vez que digo que muy probablemente no sea yo un escritor bueno, y, de serlo, todavía me faltaría el ingenio y la suerte (el ingenio porque tendría que escribir algo, naturalmente, y la suerte porque sin ella es imposible ser un escritor de éxito, que es en lo que la gente normalmente piensa cuando cree que escribe bien.
Yo, por ahora, me conformo con escribir. Escribir algunas cosas que son tonterías o algunas otras que son más serias y me reflejan. Entre las primeras está lo que escribí la semana pasada y lo que continúo esta. No es más que una mini-historia, un mini-cuento de algo que podría pasar unos minutos antes de que empezara un partido de Hattrick como el que esta tarde he perdido contra un equipo eminentemente superior por 3-0. Los nombres usados, sin embargo, no pertenecen a nadie de mi equipo sino a otro diferente. Aviso que no está muy pulido porque fue escrito a salto de Mata, jugador del Valencia :-D.
Joan Capdevila (casualidades de la vida), 87 años, socio de Pfizers con el carnet número 3 (dicen que el 1 es el presi y el 2 es Sama) se dirige cojeando a la puerta 9 del estadio, la puerta Samaniego, la llaman. Dicen que las entradas especifican claramente si el afortunado dueño de la misma se sentará en Palco, Tribuna, Gol o Samanie-Gol. Samanie-Gol es la zona a la que proporciona acceso directo la anteriormente mencionada puerta 9, la zona donde los hinchas de Pfizers que llevan el escudo tatuado a fuego en su alma guardan un escrupuloso minuto de alboroto los minutos 9 de cada primer y segunda parte, al grito de ¡¡¡Pedroooo, Pedrooo, Pedrooo!!! como si les correspondiera a ellos entregar el Óscar al mejor jugador del mundo mundial.
Joan Capdevila (casualidades de la vida), 87 años, socio de Pfizers con el carnet número 3 mira la cola ... vacía. Hoy no habrá lleno; el público, desencantado con el arranque liguero no ha respondido como debiera. Es por tanto su turno. Hoy el equipo SÍ lo necesita, hoy, al contrario que esos grandes días de júbilo general, no verá el partido desde casa.
Y, tras esto, a ver si puedo subir algunas fotillos del viaje :-D.
Un saludo, Domingo.
sábado, 6 de agosto de 2011
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