Hoy, tras la correspondiente gira por Irlanda, hemos vuelto al fútbol. De hecho debíamos haber vuelto el jueves pero las vacaciones se han adelantado y por ahora solo seguiremos los sábados ... hasta la feria. No está mal porque hoy he notado menos molestias que las últimas veces, molestias que provienen, sin duda, de los partidos de los jueves. Y nada, un tres para tres decente en el que se ha vuelto a evidenciar que tendría que perder unos kilillos para ponerme al nivel de Pepe, que ha vuelto a ir y volver con la bici. Con un par.
Tras el fútbol real, el virtual. Ese que podríamos describir, libremente, de forma parecida a la siguiente:
La gente está ya prácticamente toda en la grada. Solo los últimos rezagados apuran estos instantes de impasse con el codo apoyado en la barra del bar. Unos miran con desgana los vasos de cristal que no pueden sacar del mismo. No es por beberse el güiski con coca cola, eso lo hacen encantados, es por la necesidad de tener que hacerlo ahora mismo de un trago y dejando el hielo casi intacto, que es lo que en realidad les gusta de ese acto social, el jugueteo con los cubitos de hielo. Otros, ya con el paladar anestesiado por el vaso vacío, se impulsan contra la barra con la fuerza necesaria para que la newtoniana reacción les baje del taburete y les dirija hacia el campo como cordero que va al matadero. Hoy se presenta un día complicado ... un día de esos en los que gusta ir al fútbol.
En los que más o menos gusta ir al fútbol. Me preguntaban no hace mucho si iba a comprarme la nueva equipación del málaga de 65 euros. Me llamó la atención que supieran, sin ser de Málaga, el precio de la equipación pero supuse que habría salido en algún noticiero junto a los fichajes que ha hecho el jeque (bueno, pagado más que hecho) y a la expectación que se ha levantado en la ciudad. De hecho, esta misma mañana, cuando llegué al partido, mis compañeros estaban hablando de lo mismo.
También me llamó la atención que me dijeran el precio como si este fuera excesivamente caro cuando yo tenía entendido que las equipaciones oficiales solían costar más o menos eso. De hecho, acabo de mirar en una página de internet que vende equipaciones y las del Málaga, Madrid o Barcelona andaban de media por ahí, con un mínimo de unos 45 euros y un máximo de 100 y pico en modelos puntuales de conmemoración.
Así que dije que no, que no iba a comprarme la elástica y que nunca lo había hecho. Hace tiempo que el fútbol me interesa más por la gente con la que lo juego, ya sea virtual o real, que por los fichajes o los siete partidos del siglo que se juegan cada año. A pesar de todo, y no sé si de forma un tanto incoherente, reconozco ser ojeador del Marca por internet y de estar interesado, normalmente, en el mercado de fichajes :-).
Y hablando de internet, la próxima semana probaré una combinación que supone uno de los pocos caprichos que, de vez en cuando, me doy. Dicen los que lo han probado que la experiencia es muy buena y que acaban por apenas utilizar el ordenador. Y probablemente será cierto, excepto por la experiencia de escribir, ya sea un correo, ya sea en un blog. Pero, por ejemplo, la simple lectura de noticias o correo puede que sí resulte bastante cómoda. En fin, no falta mucho (espero) para que lo sepa de primera mano.
Lo que sí tengo claro es que la lectura de libros seguirá siendo, por ahora y salvo sorpresa mayúscula durante muchos años, en formato físico. En este sentido, el viaje ha supuesto un pequeño parón en el que estaba leyendo (me lo hubiera llevado y posiblemente lo habría acabado pero preferí llevarme alguno menos voluminoso) en beneficio de un clásico: Sherlock Holmes. Esto me ha permitido recordar por qué hace 20 años, unos 22 para ser exactos, sus aventuras me gustaron tanto que me bebí aquel pequeño tomo de 900 páginas y letra casi minúscula. Esta vez han sido solo 300 de tamaño más esponjoso y en versión original, pero el encanto sigue siendo el mismo, si no mayor, por el hecho de que la película no estuviera doblada. Por cierto, una de las fotos que quizás suba es de Belfast. Allí había una pintada con las letras VR. Nuestro guía las tradujo como "Victoria Regis" (igual que tradujo PoW como prisionero político en vez de prisionero de guerra). El primer fallo podría haberlo evitado de haber leído y recordado a Conan Doyle cuando narra cómo Holmes había "escrito" a base de balazos esas iniciales en su pared y lo que ellas significaban: "Victoria Regina".
Un saludo, Domingo.
sábado, 30 de julio de 2011
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