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sábado, 29 de octubre de 2011

Tecnología y futuro

Hace unos años, pongamos veinte, algunos si no muchos eran los que decían que los ordenadores eran el futuro. Hace unos años, pongamos diez, mucha gente decían que los ordenadores eran el futuro. Desde entonces alguna vez me lo han dicho y yo he contestado que no, que ya eran el presente. Hoy en día no es concebible una oficina, de nada, sin un ordenador. Creo que Punset en alguno de sus libros hablaba también de "nativos digitales" para referirse a los niños para los que un ordenador es algo mucho más común que una vaca, por ejemplo.

Hará también un par de semanas me enviaron un vídeo en el que se veía un niño, niña quiero recordar, manejando un iPad y viendo con toda normalidad cómo este respondía a sus dedos. En cambio, luego le daban una revista de papel y le cambiaba completamente la expresión. Pasaba una y otra vez el dedo pero las imágenes no se movían. A lo más que llegaba era a pasar página lo cual dejaba otro "iPad inservible" ante ella.

Creo que ese vídeo, y muchas cosas más pero en particular ese vídeo, simboliza lo que diré a partir de ahora. Los ordenadores ya no son el futuro, ya son el pasado. No es solo que yo ya tenga claro (todo lo claro que se pueda tener) que ya no me compraré un ordenador de sobremesa sino que en el mejor de los casos será otro portátil como han sido los últimos tres ordenadores "convencionales" que he comprado. Pero es que al ritmo que va la tecnología dudo que vaya siquiera a comprarme otro portátil. Lo más seguro es que el próximo portátil que sustituya al que compramos a principios de año sea un tablet o incluso un móvil que se conecte por HDMI al televisor (que será el monitor) y al que añada ratón y teclado inalámbricos.

De hecho ya estoy empezando a modificar mis hábitos de consumo de información digital. Si bien es cierto que sigo leyendo noticias en el ordenador, cada vez más las leo en el tablet o en el móvil. Hoy por ejemplo me he tumbado en la cama a descansar pero como no tenía sueño, cogí el móvil y mientras escuchaba la grabación del programa de radio que suelo escuchar en el coche al volver del trabajo, iba quitando, una a una, todas las noticias que tenía almacenadas en Google Reader. Además, durante esta semana he mejorado alguna de las suscripciones que tenía en Google Reader con el uso de FeedRinse por lo que ya hay un menor número de elementos que no me interesaban y la experiencia es mucho mejor.

Por otro lado me pica el gusanillo de trastear con el móvil e incluso instalar alguna versión de Android que no sea la oficial con el único objetivo de quitarme todas esas aplicaciones inútiles que vienen instaladas y que las operadoras no te dejan desinstalar. Aunque bueno, ya veremos cuál es la vida del gusanillo. Lo mismo se trata de un gusanillo de vida corta y sin mucho futuro.

Y precisamente hablando de futuro, retomo mi idea general de esta entrada. Una vez dicho que los ordenadores son el pasado, que el presente son las tabletas y los móviles y el futuro no sé muy bien cómo será pero pueden ser materiales con propiedades maravillosas propias de ciencia ficción a los que se les hable (ahí está el SIRI de Apple), me interesa saber cómo será el mío no en vano, como decía Woody Allen, es donde voy a pasar el resto de mi vida.

Por supuesto que no lo tengo claro y no sé si es el momento de tenerlo pero quizás sí que es el momento de pensar en él. Por ejemplo, la directora de mi banco me envió un correo el otro día para que me abriera un plan de pensiones. Me pasé toda la tarde informándome sobre las ventajas y desventajas de los Planes de Pensiones, los PPA o simplemente quitar cuota de la hipoteca. Me hice una hoja excel y simulé decenas de casos. Los resultados podían variar según la elección (o según cómo saliera la elección) en 100.000 euros por ejemplo. Cuando ya tenía claro que lo mejor posiblemente era el Plan de Pensiones o PPA pero que implicaba una inseguridad/riesgo que quizás no merecía la pena, llegué a otra página donde  hablaban de las cosas que no te cuentan cuando contratas el producto. Y ahí ya dejé de hacer cuentas.

Ayer me volvieron a preguntar desde el banco por el producto. Les pedí que me informaran sobre todo lo que importa y que curiosamente en la web (donde me habían dicho que mirara) no aparecía o al menos no de forma evidente. Me emplazaron a ir a la sucursal a que me lo explicaran. No puedo, no tengo tiempo, mi horario no acompaña y además tengo mis dudas acerca de si me lo explicarán bien, o al menos como a mí me gustaría. Entre otras cosas de poder hacerlo imagino que me podían haber informado por correo, que para eso está la tecnología, para facilitar la vida, no para yo tener que llegar un día tarde porque me han estado explicando cómo funciona el plan de pensiones y las diferentes comisiones que existen.

Un saludo, Domingo.
P.D.: Hoy he enviado un tuit a @UPyD y a @pinedaandalucia, el candidato de UPyD por la provincia de Málaga. Les he sugerido que no se opongan a que a los políticos les paguen el ADSL y los iPhones. En vez de eso que lo promuevan, que hagan videoconferencias y nos ahorremos las dietas. Seguro que los pobres contribuyentes nos ahorramos muchísimo.

domingo, 23 de octubre de 2011

15 años después (II)

Una entradita rápida para comentar las experiencias vividas aquella noche. La verdad es que, al igual que hubo momentos (sobre todo los iniciales cuando apenas había nadie de mi promoción) en los que ni fu ni fa, hubo otros en los que lo pasé muy bien viendo cómo afloraban antiguos recuerdos tanto en mí como en otras personas, recuerdos que en muchos casos eran absolutamente complementarios porque trataban de cosas que el otro no recordaba en absoluto. Como puntos principales:

Hubo más de 150 personas y ya están pensando en la próxima porque hubo mucha gente que no pudo asistir. A mi juicio, tiene más sentido hacerlas en plan americano, por promoción porque es verdad que allí no conocíamos al 80% ó el 90% de la gente.

Mi  opinión es que todo se preparó con muy buena fe pero con éxito relativo. Eché de menos un programa (o adherirse a él si es que lo hubo), un sitio con mejor acústica y algo más formal en plan mini-conferencias de 10 minutos que permitieran a la gente ponerse al día de muchas cosas. Que conste que es lógico que no sea así, al menos en la primera ocasión que se hace en 20 años y que conste también que prepararlo podría quitarle naturalidad pero lo contrario tiene sus desventajas como que la gente no se reconoce o tenga  que contar  la misma historia varias veces.

Yo mismo fui testigo, mejor dicho, protagonista de una metedura de pata por no reconocer a mi interlocutora. En concreto había visto a una chica bajita que me resultó ligeramente conocida pero que supuse que estaría en la clase de al lado a la mía. Todo lo contrario, era de mi misma clase y me llevaba muy bien con ella. Al menos a ella le pasó lo mismo conmigo, no me reconoció pero sí que tuvo el desparpajo de preguntar a las amigas :-). Por cierto, esta chica estuvo contando alguna de sus desventuras culinarias, desventuras que no voy a contar aquí porque no es plan de decir que usó lo que no era para hacer aquello :-). El caso es que era tan divertido que le pedí permiso para contárselo a mi mujer y que la pobre viera que alguna de las cosas que a ella le han pasado tampoco son tan graves :-).

Entre las cosas  negativas, la ausencia de muchos de los chicos (solo dos fuimos) incluyendo aquellos que eran mis mejores amigos en la infancia. La verdad es que el contacto que mantenemos es prácticamente nulo por no decir completamente nulo, pero hubiera estado bien que hubieran podido asistir.

Y entre las cosas positivas, sin duda, el reencuentro con la Señorita Manoly quien me pidió que no la llamara de Usted y a quien, con todo el dolor de mi corazón (tampoco fue tanto) le dije que no podía ser, que son costumbres muy arraigadas y eso no se podía cambiar. No se lo dije porque no tuve la ocasión pero le iba a decir también algo que probablemente me enseño ella: hay que llamar de Usted a las personas que nos superan en edad, conocimiento o posición social y en esta ocasión se cumplían las tres.

Resumiendo, la fiesta estuvo muy bien. Creo que establecer la costumbre de repetirla de  forma anual no estaría mal aunque el hacerla con mayor frecuencia (tal como algunos sugieren) podría provocar que la gente se harte y se olvide pronto.

Por último, casualidades de la vida, este jueves me encontré cuando entraba al pabellón de Carranque con mi antiguo profesor de Educación Física del instituto: Rubén. Lo reconocí al instante y él también me reconoció. Hablamos durante unos minutos, resultó que conocía o era conocido por alguno de mis compañeros de fútbol y me preguntó por mis compañeros de instituto. Le dije que no sabía nada de prácticamente ninguno de ellos y que además ahora no vivía en Málaga. De nuevo otra casualidad de la vida, también resulta que él vive por aquí.

De él recuerdo varias cosas, por ejemplo que uno se tomó un trippy (o eso dijo) y estuvo haciendo tonterías en su clase. También que siempre nos decía que teníamos que correr a la velocidad que nos permitiera hablar con el compañero de al lado, algo que me sirvió mucho la primera vez que perdí peso a base de correr mi horita diaria. Y por último, cuando desde la segunda planta alguien se dirigió a él (con la cabeza aproximadamente tan llena de pelos como la mía) de la siguiente forma:

¡¡¡Ay rockabillie con el tupé!!!

No echo de menos esos tiempos pero, ciertamente, sí que resulta agradable recordarlos.

Un saludo, Domingo.

Colores de cristales

Mucho se ha escrito en estos últimos días, primero sobre la famosa Conferencia rebautizada por algunos como el Festival de San Sebastián (incluyendo el número circense del tragafuegos entre el presidente de los socialistas de Euskadi y el de todos los vascos) y luego sobre la todavía mucho más famosa declaración que unos terroristas encapuchados enviaron, como dicta su modus operandi, a la BBC. No me he puesto a mirar qué dije en la anterior tregua pero supongo que no cambiará mucho de lo que voy a decir ahora, incluyendo por supuesto un recuerdo a la memoria de Miguel Ángel Blanco (no es probable que una víctima de ETA lea esto y si lo hace espero que no se moleste porque no es más que una expresión de un sentimiento muy personal y es que a mí, personalmente, ningún otro caso me ha impactado como lo hizo este.

Pero volviendo a la actualidad, el otro día en Twitter alguien preguntaba:
¿En qué clase de país vivimos en el que tienes que EXPLICAR por qué es bueno que una banda terrorista deje la violencia?

Y mi respuesta fue la siguiente:
Uno en el que no es lo mismo DECIR que CUMPLIR lo que se dice. Ojalá esta vez sí cumplan lo que dicen.

Yo doy por sentado que todos queremos lo mismo, los que retuiteaban el mensaje original y los que no lo hicimos y hasta respondimos. La diferencia está en el grado de escepticismo con el que nos tomamos una noticia hasta ahora inaudita. Unos (con lógica) ven circunstancias completamente nuevas (Bildu en las instituciones, ausencia aparente de actividad desde hace un tiempo y diferente lenguaje en los comunicados) y otros (también con lógica) recuerdan "circunstancias nuevas" del pasado en las que al final nuestro gozo quedó en un pozo, recuerdan robos de coches con policías franceses asesinados, etc.

En este sentido me han resultado particularmente reveladoras las declaraciones de Rosa Díez que no voy a repetir aquí. Quien quiera buscarlas no tendrá el más mínimo problema en hacerlo y además en encontrarlas. Pero aunque me parezca esa postura la más acertada, tampoco puedo reprochar la actuación pública del actual presidente y probable futuro presidente haciendo lo que todos los presidentes anteriores y yo mismo si me correspondiera, haría.

Otra cosa es que Rodríguez Zapatero siempre ha tenido una cierta fijación por ser el presidente que acabara con ETA. Así lo prometió en la campaña electoral del 2004 cuando dijo que acabaría con ETA en una legislatura. En esa legislatura, ETA lo engañó (y él a nosotros, por cierto, pero tampoco creo que sea relevante para mi argumento).
En la segunda, cuando la percepción general (justa o injusta, me da igual) es que va a dejar el país hecho unos zorros, comprendería que al menos quisiera irse llevándose la medalla de haber sido él quién acabó con la banda terrorista.

Ahora diría que ojalá ETA no vuelva a engañarlo ni a él ni a todas esas personas de buena voluntad que han guardado los periódicos del 20 de Octubre y desde entonces se sienten más seguras, háyanse sentido antes delante o detrás de unas pistolas. Si es cierto el interés genuino de ETA por dejar de matar sin ningún tipo de contrapartidas, quiera Dios que el próximo gobierno (del PP muy probablemente) no lo fastidie.

En cualquier caso, ahora mismo no sé quiénes tienen la razón, si los que se alegran y dan por descontada la rendición de la banda, la entrega de las armas y el final de la violencia (exceptuando quizás algún grupúsculo al estilo IRA Auténtico), aquellos que presuponen que no es más que otra jugarreta más de la misma o la de los que no tenemos ni idea de cuál es la realidad. Solo el tiempo dará y quitará razones y, por el beneficio de todos, espero que dentro de un año (o tres o cuatro) pueda decir que mis dudas eran infundadas, lógicas, pero infundadas.

Un saludo, Domingo.

sábado, 15 de octubre de 2011

15 años después

Unos 15 años hará de la última vez que vi a muchos de mis antiguos compañeros de colegio. Hoy, con la facilidad que dan las redes sociales, volveremos a vernos. La verdad es que tampoco espero mucho de la cita pero por poco que sea siempre está bien volver a ver a la gente con la que compartíamos nuestras vidas cuando nuestra (mi) única preocupación era tener una letra ilegible, o casi, me veía en un futuro como un científico en un laboratorio o como un juez y no como matemático o informático y cuando no cabía en mi cabeza que las amistades de la niñez no duraran toda la vida.

Y en concreto tengo particulares ganas de ver a la "Señorita Manoly", sin duda, una de las grandes influencias de mi niñez y, por tanto, de mi vida. En el grupo de Facebook donde empezó todo escribí hace unas semanas lo siguiente:


Severo Ochoa te dicen,
En amigos tú piensas,
Veinte anos más quince,
Engrasan ya la cuenta.
Refléjase en los aprendices,
Orfebre hábil, la maestra.
 
Orquídeas mecidas, suave viento, 
Cicerón y alumnos, todos juntos, 
Horticultores del conocimiento 
Otrora niños, ahora adultos, 
Aquellos son nuestros cimientos.  
 
Un saludo, Domingo.

sábado, 8 de octubre de 2011

Clase magistral de economía en seis tuits

Pues eso mismo es lo que pretendo, solucionar el problema que trae de cabeza a tanta y tanta gente que cobra sueldos millonarios de nuestros impuestos y, de paso, el de varios millones de personas. Como propina, además, resuelvo gratis el de Alemania/Francia con Grecia, Italia e incluso Irlanda aunque por allí parece que ya no llueve tanto.

Todo empieza hace dos o tres días cuando, no sé muy bien por qué motivo, me encontraba pensando acercas de las medidas que se quieren tomar, que se dicen que se van a tomar o que se dicen que se tendrían o no se tendrían que tomar, dependiendo de quién hable. Había influido en mi persona una entrevista al coordinador general de Izquierda Unida en Andalucía, Diego Valderas en la que, por supuesto, decía que la salida de la crisis habría de pasar por la creación de empleo público que incentivara el consumo y tirara a su vez del sector privado. Receta compartida por entre el 30% y el 40% de los españoles. Enfrente, con otro tanto apoyándola (y yo entre ellos), la idea de que debe ser la iniciativa privada y, añado yo, la pequeña y mediana empresa, la que va a sacar al país del atolladero, como siempre (eso también lo añado yo).

Sin embargo esta vez en vez de pensar en que las ideas de Valderas eran erróneas, me dio por pensar que la crisis es global y afecta a gobiernos con carga positiva o negativa, cojeando de la pierna derecha o de la izquierda o tuerto de cualquiera de los dos ojos. Y me dio por pensar que un sistema no es ni bueno ni malo sino simplemente un sistema. No solo eso, un gobierno de izquierdas o derechas de un país nórdico posiblemente será mucho mejor que un gobierno de derechas o izquierdas de un país mediterráneo. No es casualidad que la Italia de Berlusconi y la España de Zapatero se den la mano en cuanto a problemas económicos pero por sus políticos no por sus políticas. La solución sería aplicar medidas de sentido común en las que todo el mundo estuviera de acuerdo. Por ejemplo, un asunto sobre el que también se habla bastante últimamente a raíz de las medidas tomadas por el gobierno de Esperanza Aguirre. Yo soy el primero que dice que la educación nos debe sacar de aquí. Sin embargo creo que eso no es incompatible con recortes.

Más de uno conocerá a algún profesor incompetente que, tras aprobar sus oposiciones se dedica a sestear, a echar el culo para afuera y a criticar todo lo criticable. De igual forma, todos conocemos profesores comprometidos que llegan los primeros, se van los últimos y se llevan trabajo para casa. Un recorte en el sueldo es igual de injusto para los primeros que para los segundos. Para los segundos porque no se merecen en recorte, para los primeros porque no se merecen el sueldo. A esos no habría que recortarles nada, habría que localizarlos y ponerlos de patitas en la calle. Y he aquí el problema, la localización de estas personas.

Problema además extrapolable a toda persona que pertenezca al cuerpo de funcionarios. De hecho, los funcionarios se quejan, y con razón, porque cuando uno habla de funcionarios solo piensa en la persona que está tras una ventanilla trabajando de 8 a 15, de cara al público de 9 a 14 por lo que se sospecha que al final el horario real será de 9 a 14 y que desayuna en una hora, si es que además no aprovecha para salir a hacer la compra o para echarle un casquete al vecino o a la vecina de turno. Aprovecho para decir que alguna de esas cosas son inventadas y otras me las han contado funcionarios de los que no se merecen los recortes. Por tanto, es injusto que se generalice (esto ya lo sabíamos) pero es todavía más injusto cuando el colectivo es bastante amplio. Pero el problema es que generalizar es fácil, muy fácil. Tan fácil como decir: 5% de bajada de sueldo a todos los funcionarios.

Y andaba yo pensando en cosas como esas, sobre todo en lo de la detección, cuando se me ocurrió intentar expresarme, en vez de como lo hago usualmente con una relación de palabras por contenido relativamente alta, con los 140 caracteres que te impone Twitter. Y esto fue lo que me salió (y publiqué en Twitter), aunque como después me avisaron, fallé al elegir algunos conceptos pues es cierto que la distinción entre derecha/izquierda, conservador/progresista, liberal/conservador y liberal en el genuino sentido de la palabra lleva a que algún tuit pueda no resultar tan claro como yo quería:

Hubo un primer tuit que quería haber usado a modo de resumen pero que no envié y que tampoco he usado para titular la entrada porque me pareció más divertido el que he usado:

  • De la crisis no se sale ni con políticas de izquierda ni con políticas de derecha. 

Y, a continuación, los seis en los que resumí (o intenté) todo:

  • Cada vez más convencido de que no importan que las recetas anticrisis sean liberales o conservadoras, lo que tienen que ser son buenas.
  • Mi opinión: deberían tener parte conservadora, recortar todo lo malo del sistema y parte liberal progresista, un estado para donde no llega lo privado 
  • Solo iniciativa privada o solo iniciativa pública no bastaría. Sobre todo si alguno de ellos o los dos están viciados. 
  • Por eso son tan importantes los "recortes", para quitar esos vicios. El problema es que cada uno solo ve los de los que no piensan como uno. 
  • Los recortes son como la quimio. El problema no es en sí el recorte sino distinguir las células cancerosas de las sanas. 
  • Total, el problema de la economía es el de la quimio. Sencillo de entender pero muy difícil y traumático. Al menos por ahora. 


Un saludo, Domingo.

Steve Jobs

Sin duda esta ha sido la semana del fallecimiento de Steve Jobs y en multitud de programas de radio y en miles de webs, blogs, mensajes de Twitter y similares se han oído/leído frases como la siguiente:

Siempre le recodaremos como el hombre que cambió la forma de reproducir música (iPod), de usar el teléfono (iPhone), de crear una necesidad que no existía y ahora casi todos parecen necesitar (iPad) y, por supuesto, cambiar la informática con sus Mac y versiones de OSX.

Algo que, por supuesto, es absolutamente cierto. Yo mismo tengo ahora un móvil táctil Android inspirado, sin la más mínima duda, en los primeros iPhone y estoy muy contento con él porque, entre otras cosas, me permite rellenar el paseo desde el aparcamiento hasta el trabajo y viceversa con algo más que mis propios pensamientos. De igual forma, he pasado parte de la tarde tumbado en mi antigua cama descansando mientras mi tablet (también Android) me informaba de las noticias en Google Reader o veía como Hattrick sigue dando pequeños pasos hacia su desaparición con constantes errores. Hoy dicen que algo relacionado con los firewall, haciendo añicos mi esperanza de que por lo menos hubiera sido un ataque de denegación de servicio de Anonymous que ensayaba de cara al asalto a Facebook :-D.

Ciertamente, Jobs creó la forma de hacer cosas y creó necesidades que antes no existían. En este punto no puedo sino recordar aquella charla con Jesús precisamente acerca de si algo que te creaba una necesidad era bueno o no. Aunque recuerdo la charla pero no mi postura porque ni siquiera ahora tengo claro qué diría. Y eso que solo he caído en dos de cuatro, teléfono y tablet, pero ni en la música ni en el portátil. Sin embargo es suficiente, más que suficiente. Cuando tenía 20 años soñaba con no necesitar tener que solicitar una hipoteca, no llevar tarjetas de crédito y no usar un móvil. Las veía precisamente como necesidades creadas que, si bien te facilitaban una serie de servicios, también era cierto que en cierta forma te esclavizaban. Veía llevar el móvil encima como algo similar a fumar o beber socialmente. Curioso ¿no?.

Sin embargo, eso es una cosa y hablar de que ha sido el único genio que hayamos visto en vida es probablemente otra muy distinta. Para mí un genio es otra cosa aunque la verdad es que comprendo a aquellos que lo ven como tal. Yo no termino de tenerlo del todo claro porque creo que "solo" fue capaz de dar con productos muy buenos que, por alguna razón no terminaban de despegar, reinventarlos con el símbolo de la manzana y todo lo que ello implicaba en tanto a estándares de usabilidad, calidad,etc. Evidentemente había que hacerlo y hasta entonces nadie lo había hecho. Por no hablar de que las grandes empresas tecnológicas en cuanto ven algo que tiene potencial lo fagocitan o al menos lo intentan. Hoy en día no paramos de escuchar que si Microsoft compra a tal o Google a cual o Apple tiene más dinero disponible que el tesoro de los EEUU y previsión de beneficios de 100.000 millones de dólares al año con los que poder comprar lo que quieran.

Por mi forma de ser, el genio lo veo más en el que construyó el sistema que te permitía jugar a la videoconsola analizando tus movimientos con una webcam que a Microsoft que compra esa empresa o a Apple que lo intenta antes pero con acuerdos tan leoninos que hace que los israelíes acaben firmando en Redmon en vez de en Palo Alto. Por no hablar de que el precio de la genialidad ya está demasiado alto. Ya no es como cuando la ciencia estaba en pañales y un auténtico genio (que quien sabe a lo que llegaría en la actualidad o si simplemente se quedaría por el camino) hacía progresos ingentes en más de una disciplina.

No solo eso, tengo la sensación de que la valoración de los inventos de Jobs está más en la marca Apple que en los productos en sí. De hecho, considero que no sabremos si es un auténtico genio hasta dentro de por lo menos diez años. ¿Por qué?. Muy simple, igual que hace diez años había aparatos para escuchar música, teléfonos móviles y ordenadores y en estos 10 años Apple se ha marcado muy buenos tantos (por supuesto podemos prescindir de los fracasos porque entre otras cosas no son más que parte del éxito), cabe la posibilidad de que dentro de 10 años los aparatos para escuchar música sean implantes cocleares, los teléfonos móviles también y los ordenadores vayan en nuestros guantes. Y entonces habrá que ver si estos éxitos se ven matizados o incluso engrandecidos porque resulta que parte de esas nuevas invenciones ya están en los laboratorios de Apple.

A pesar de todo, como digo, reconozco todas esas características que los "fanboys" y los no tanto le adjudican. Si acaso dejémoslo en que discrepamos en un matiz de intensidad. En lo que sí que discrepamos más es en el sentimiento que el fallecimiento de Jobs provocó. De muchas, muchísimas personas leí que era como si hubieran perdido a alguien conocido. Una especie de pérdida personal. Yo ahí sí que disiento. Por hacer una comparación, mi sentimiento no fue muy distinto al que he sentido en otras ocasiones cuando ha fallecido un personaje público. Ahora mismo me viene a la cabeza el de Michael Jackson. Y mira que entonces estuve un par de horas pegado a la televisión y al portátil mientras que se confirmaba o no. Esta vez me enteré por la mañana, al escuchar la radio y te da la pena que te da que se muera cualquier persona, sobre todo si es joven y ha sido víctima de un cáncer como ha ocurrido en mi propia familia.

En lo que seguro que no vamos a discrepar es otra de las cosas que se ha difundido como la pólvora en los últimos días, un vídeo. El vídeo lo vi hará dos o tres años, me impresionó mucho y guardo lo esencial en mi memoria. Sin embargo, probablemente lo vuelva a ver en los próximos días. Ahora no porque tengo otra entrada que escribir :-).
http://www.youtube.com/watch?v=6zlHAiddNUY

Un saludo, Domingo.

sábado, 1 de octubre de 2011

Lavar los cristales

Bueno, tras un pequeño paréntesis motivado por diversas celebraciones familiares (propias y ajenas) aquí estamos de vuelta con una pequeña reflexión sobre el beneficio de la duda. Yo, no sé si por formación, por forma de ser o por ambas suelo dar el beneficio de la duda. No solo eso, me comentan a veces (y con razón) que siempre intento justificar a todo el mundo cuando hace algo ya sea para bien o para mal (normalmente para mal, de ahí la justificación).

Por otro lado, hace ya tiempo que tengo claro que, para según qué cosas, las segundas oportunidades no deben existir. Por tanto, si alguien ha hecho algo mal a la primera, es inútil buscar justificación como si con ella consideráramos que la pelota ha tocado la red en el saque y hay que volver a sacar de nuevo.

Creo que ambas posturas son compatibles aunque hay veces que te entran más ganas que otras de poner a la gente a lavar cristales. Lo de lavar cristales viene por un chiste que he leído hoy y que creo que ya había leído con anterioridad. Quien tenga curiosidad lo puede ver aquí:
http://www.slideshare.net/erickeduproducciones/sabanas-sucias-26141

Sábanas sucias, beneficio de la duda o paja en el ojo ajeno, creo que todas son luces que parten de una misma farola. Farola a la cual nos abrazamos todos, y yo el primero, pensando en cuán diferentes somos de todos aquellos que, por algún motivo, no son sino abrazafarolas al más puro estilo José María García. Hoy en el partido de fútbol me he encontrado un caso. Claro que la cosa no es nueva. Han sido ya muchos partidos juntos para saber de qué pie cojea e incluso puede que haya referido algo en el blog hace ya bastantes años. Pero como mi memoria ya no es lo que era, pues nada, a despotricar aquí y ahora :-).

Lo ocurrido es que estaba un compañero con indudable más técnica que yo, con indudable más calidad pero capaz de acabar un partido con una camiseta impoluta a pesar de que también es más obeso que yo. Ya pasaba así cuando yo pensaba 20 ó 30 kilos más. Yo corría hacia arriba en el ataque y hacia abajo a ayudar a la defensa. A la velocidad que pudiera, pero corría. Él solo corría hacia arriba, cuando corría. Todo sigue siendo igual, claro está. Yo soy de los que opina que la gente cambia, y me pongo como ejemplo. Pero también de los que opina que no es precisamente fácil y que el españolito medio, el común de los mortales (como si yo no lo fuera), no lo hace y no lo hará.

Pues bien, llevaba él hoy el balón y un par de metros detrás un rival, de tampoco excesiva velocidad pero que sí que es más de los míos, evidenciaba las ganas de ir hacia él con la flamígera intención de robarle la cartera e incendiar nuestra área con un más que probable contragolpe. Así pues, le grité que tuviera cuidado que iban por detrás. No me oyó (o yo pensé que no me oyó) y con el rival a un metro, le volví a gritar que tuviera cuidado por detrás. Tampoco me oyó esta vez y le robaron la cartera. No recuerdo cómo acabó la jugada, si marcaron, si abortamos la ocasión o qué pasó. El caso es que casi sin esperar se dirige hacia mí y me insta a avisarlo la próxima vez que ocurra algo parecido.

Le explico que le he avisado (me callo el asombro que me provoca que quiera echarme la culpa a mí) y me dice que sí pero que cuando ya le habían empujado. Le explico que no, que le avisé dos veces y que bueno, pensé que simplemente no me había escuchado. Él insiste en que sí me había escuchado pero que lo hice cuando recibió el empujón (que tampoco había sido tal). Y ahí quedó la cosa. La explicación más plausible es que su cerebro estuviera ocupado pensando en qué "magnífica jugada" (una lástima que no funcione por aquí la ironía) iba a crear y mis voces (cierto es que yo tampoco tengo un torrente de voz como para sacar a alguien de un estado contemplativo) quedaron archivadas con la etiqueta: "no leído". Cuando le metieron el cuerpo y le sacaron el balón, el cerebro se dio cuenta de que no tenía sentido seguir construyendo bellas jugadas sin un balón en que apoyarse y pasó a leer el correo retrasado. Justo en lo alto del montón de correos que tuviera, se encontró los míos y pensó "¡¡Coño!!, a buenas horas. Ya podía haberme avisado antes de que me quitaran el balón."

Pero no, no creo que eso se le pasara por la cabeza. Al menos tampoco lo demostró luego en otra jugada de ataque enemigo en el que yo llegaba tarde a defender y como no me daba tiempo a defender al que tenía la pelota, me puse junto al portero a tapar portería. El rival, probablemente a conciencia, tiró hacia donde no estaba el portero pero con la mala suerte de que estaba yo y pude despejar. Tras conjurar el equipo y en un estado agudo de satisfacción propia por haber evitado el gol, de repente escucho a quien no había defendido ni bajado a ayudar aconsejarme que la próxima vez vaya a por el delantero en vez de ponerme en la portería.

Me limité a contestar "He sacado la pelota", esperando que se diera cuenta de que si lo había hecho era por algo y, no solo eso, sino que además había sido efectivo. Me faltó decirle algo así como: "te agradezco tus comentarios constructivos pero por favor guárdalos para cuando haya pasado algo por mi culpa en vez de no haber pasado nada gracias a mí". Evidentemente no se lo dije. Pero volvió, al igual que la vez anterior, a insistir en que la próxima vez debía hacer lo que él decía en vez de lo que yo había hecho. Y ahí volvió a quedar todo hasta que vi el chiste. Posiblemente es que tuviera las gafas sucias y necesite ... lavar los cristales. ¿Qué ocurrirá el día que eso acontezca?. No lo sabemos, es un misterio. Al igual que es otro misterio el por qué yo tiendo a justificar a la gente (este caso es solo un ejemplo), pensando que no me han oído, por ejemplo mientras que los demás simplemente dan por sentado que yo he fallado, independientemente de que lo haya hecho o no. Puede que sean formación y forma de ser a partes iguales. No sé.

Y así vamos a dejarlo todo por hoy. Había previsto "escribir algo" sobre otro "algo" que precisamente he "escrito" y que tiene relación con la famosa reunión de comunidad de hace unas semanas. Pero eso posiblemente será otro día.

Un saludo, Domingo.