Me aficioné a Fito en el 2004, en un apartamento de Chicago donde sonaba con cierta insistencia. Cuando llegué aquí, me bajé (no sé si eso se puede decir, pero espero que, como no es delito, no me pase nada) el disco a mi llegada a España y posiblemente fuera uno de los pocos discos que me he bajado desde entonces. A menudo lo he escuchado y me sigue gustando mucho y prácticamente todas las canciones. De entre ellas, hay una que me gusta fundamentalmente por el estribillo y por alguna que otra estrofa como la siguiente:
Nunca me han interesado ni el poder ni la fortuna
lo que admiro son las flores que crecen en la basura
Y eso llevo pensando desde que hará una semana vi, mejor dicho, mi mujer me hizo ver, que en la jardinera estaba brotando un poto. ¿Y cómo es él? ¿Y en qué lugar se enamoró de ti?. Pues bien, él no es sino una consecuencia del pequeñín de la casa, ese "canis vulgaris" bonito con cara de podenquito (según dicen) que durante un tiempo la tomó contra el poto de verdad. Dicen que al poto hay que podarlo de vez en cuando y a este la verdad es que ya le hacía falta. Aquello era prácticamente una madreselva cuando el perro se propuso podarlo a base de dentelladas. Bueno, se propuso y lo consiguió. Del espléndido ejemplar que había a principios de año, debió quedar casi la mitad en estado decente. Así que empuñé las tijeras de podar y me dispuse a arreglar el desaguisado ... y lo conseguí, ahora el poto de nuevo está radiante.
Sin embargo, todo aquello que "sobró" no lo tiré a la basura, lo eché en la jardinera. Además, decidí que, sin duda, serviría para abonarla aunque solo fuera algo. Así, hice varios líos con las ramas cortadas, en su mayoría secas o medio secas, escarbé en la tierra, lo removí todo y esperé a que los bichos vivientes que moran en ella (fundamentalmente lombrices, garantes de que la tierra está en perfecto estado) no se indigestaran por la gran cantidad de comida que les había servido. Tras ello, el riego regular al resto de plantas, incluido el Bonsái que había conseguido salvar de una muerte segura en el Aldi, se había recuperado, había florecido y, en cuanto llegó el calor, se perdió. Todavía lo riego por si reviviera en otoño. Ya veremos. En cualquier caso, incluso si no revive, nueva vida se desarrollaba a escaso metro y medio del mismo. Alguna de las ramas de poto, en un desesperado intento por sobrevivir, empezó a convertir de nuevo células ya diferenciadas en células madre y a echar raíces (o eso creo). El caso es que independientemente de la corrección con que yo haya descrito lo de las células madre, un poto está creciendo en la jardinera y, a poco que salga a su progenitor, ya mismo tendré una pelea permanente con él para limitar su alcance :-).
En otro orden de cosas, aprovecho que mañana no estoy para dejar los deberes hechos :-D
Al segundo sé que sí, pero al primero no sé si lo conocéis. Se llama Jaime y en su juventud tenía bien ganado el apodo de "El Conquistador". A los 23 conoció a la que todavía es la mujer de su vida y su apodo cambió a "El Rey Pescador", no en vano había pocos que pudieran competir con él, al menos, en regadío. Años después él se definiría a sí mismo como "El Samaniego de la Mar" (a estos valencianos es que les gusta tanto los apodos como los juegos de palabras pues Mar no era otra que su mujer). Ahora, Jaime y su esposa viven felices sin que los malos tiempos, que los ha habido, hayan conseguido quebrantar su amor. Sin duda, la prueba más difícil que tuvieron que arrostrar, tuvo lugar hará algo más de nueve años reales, casi treinta temporadas en el mundo HT) cuando un desgraciado accidente laboral le deja, primero casi al borde de la muerte y luego en una larga convalecencia hasta que por fin pudo volver a caminar normalmente.
Afortunadamente para él, un espigado chaval de casi tres metros (y subiendo) a pesar de sus escasos doce años lo subió a sus espaldas, echó a correr y en cuatro zancadas estaban en el "Hospital Nuevo" justo en el mismo momento en que el filántropo local cortaba la cinta. Dicho filántropo, cuyo nombre me guardaré (aunque en realidad basta con hacer un par de sencillas búsquedas por Google para averiguarlo), supo al momento que había encontrado las dos piezas que andaba buscando para su otro proyecto, el deportivo.
Desde entonces, dos amigos para siempre, uno con más centímetros que goles y otro del que dicen que es la mano derecha del presi, el del trabajo sucio para que todo esté limpio (el presi se refiere a él como "Método Milton") y el mejor convirtiendo egocéntricos con talento en virtuosos jugadores de equipo sin necesidad de tocar un balón. Desde entonces, ambos han sido los únicos con acceso a las llaves del Pfizers Arena. No se sabe demasiado a ciencia cierta quién habrá abierto o cerrado más veces las instalaciones. Posiblemente se encuentren en empate técnico. En lo que seguro que no se ganan es en la habilidad para rematar balones que tenía uno y en la de remendar redes que tenía el otro. Habilidades, ciertamente, complementarias.
Un saludo, Domingo.
viernes, 12 de agosto de 2011
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