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sábado, 19 de noviembre de 2011

Mala Semana

Pues sí, no ha sido excesivamente buena la semana actual. Y el caso es que no empezó mal, al menos no mal del todo. Durante lunes y martes impartí un curso en el trabajo; el de siempre. La verdad es que no me había preparado en absoluto el curso pero a pesar de todo iba mucho mejor que otras veces porque al menos esta vez sí ya lo conocía. Era el mismo que habré dado tres o cuatro veces antes, a razón de dos por año y en el que básicamente comento a los asistentes que hay que tener mucho cuidadito con lo que se hace o lo que se dice; sobre todo con lo que se dice/escribe a un cliente.

El curso dura dos días pero a los 5 minutos de empezar ya saben qué es lo importante que deben sacar de él, lo que acabo de comentar o, como también lo llamo, la versión reducida del mismo. El resto pues nada, dar el temario y sobre todo al final reírnos de la gran profundidad de las secciones que se habían añadido con respecto al del año pasado. En concreto, a gente que lleva más o al menos en torno a 10 años trabajando en el mundo de la informática había que enseñarles las cosas básicas de la Suite Ofimática Microsoft Office, con especial atención a Microsoft Word y a Microsoft Powerpoint. Como decía una de las alumnas, su hija de nueve años podría impartir un curso con esos contenidos.

Lamentablemente, justo antes de experimentar el deleite de alinear varios elementos en Powerpoint, recibí una llamada de la mujer de un amigo, Jose. El fatal desenlace que tanto temíamos desde fuera cuando le preguntábamos por la salud de su padre, se había producido. Una muerte dolorosa, como todas las muertes, pero además de estas de ... "tras una larga batalla contra la enfermedad". Los últimos tiempos han sido complicados en esa familia y, aunque esté mal decirlo, al menos ahora descansan ellos y descansa él.

Al salir de trabajo me pasé por el tanatorio donde estuve un rato acompañando a la familia. Él, dependiendo del momento, estaba más sereno en cambio en otros se mostraba profundamente afectado como por otra parte es más que comprensible. Hoy ha jugado, según parece su padre siempre le decía que viniera a jugar, y tras unos cuantos remates infortunados, por fin ha marcado. Evidentemente era el momento que estaba esperando para levantar el dedo al cielo y dedicarlo junto con un beso. La verdad es que ha sido muy emocionante, al menos para mí.

El miércoles por la mañana asistí al funeral. El sacerdote, bastante mejorable, al menos a mi juicio. Tampoco es que lo hiciera mal pero no sé si los mensajes que lanzaba eran los mas idóneos. Tras acabar, se produjo el momento de la despedida antes de que se lo llevaran y procedieran a la cremación. Ese momento es siempre el más complicado, claro está. Bueno, en caso de incineración, en caso de entierro creo que es cuando te vas dejando el cuerpo que antes reconocías como a una persona y ahora sabes que es poco más que un montón de átomos de carbono, oxígeno, hidrógeno, etc, debidamente ordenados de forma que parezcan igualitos igualitos a esa persona que tanto amaste y de la cual te toca despegarte, para siempre, en ese justo momento. Ya lo dice, cruelmente, el refranero español, el muerto al hoy y el vivo a su casa.

Miércoles y jueves fueron más o menos normales en el trabajo, con una cantidad moderada del mismo. Sin embargo el jueves, no era, ni iba a ser un jueves normal. Por lo pronto no jugaba al fútbol porque había reunión de comunidad. Reunión que, iluso de mí, creía que acabaría con la dichosa polémica del toldo.

Llegué a casa, me duché y salí al patio. La cosa empezó bien, con el presidente, hipócrita presidente añadiría, pidiendo perdón por lo ocurrido en la ocasión anterior y manifestando que en absoluto tenía nada contra nadie. El principio desde luego fue conciliador y me daba esperanzas para el punto clave de la reunión. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Con un cinismo y una impudicia comparables a los mejores momentos de la segunda legislatura de Rodríguez Zapatero en los que día sí, día también se nos hablaba de brotes verdes, salieron todos a una a defender su postura que no era más que la de fastidiar a quien querían fastidiar, independientemente de quien pudiera caer por el camino.

La razón oficial es que el número de cambios no autorizados por la comunidad se ha desmadrado y hay que poner pie en pared. Pero curiosamente no demandan a todos aquellos que puedan ser objeto de demanda, solo demandan a los que decidieron demandar originalmente que no éramos más que los que pensaron que hacía falta para demandar a la que querían demandar. La verdad es que no voy a perder mucho tiempo en comentar la reunión pero al menos sí lo haré con dos momentos muy esclarecedores. El primero fue cuando comenté que por coherencia se debía actuar contra todos aquellos que tuvieran algo "ilegal". Por supuesto la callada fue la única respuesta y como ese no estaba en los puntos del día, ni me molesté en reiterarlo. No en vano ya habían conseguido lo que querían, por un muy escaso margen, 8 a favor, 7 en contra y 3 abstenciones. Lo de las abstenciones sinceramente no lo entendí muy bien pero bueno, es algo respetable.

Lo que no fue respetable fue el compadreo y las risitas al ganar la votación y al denegar luego, cuando llegó otro vecino, que pudiera votar y forzara así un empate. Las pocas dudas que pudieran quedar de que aquello era algo personal se esclarecieron en aquel momento con alguna que otra frase "curiosa".

Por lo demás, cosas con las que me quedo de la reunión:
  • No me esperaba la cobardía de algunos que dieron su voto al secretario, entiendo que con la única intención de no dar la cara pues la reunión se comunicó hace ya un tiempo y mucha casualidad es que las dos personas de la casa tengan una cita ineludible a las 9 de la noche.
  • Hacía frío pero con aquella demostración de desfachatez se me cortó el cuerpo y ya tiritaba. Pasé mucho frío, sobre todo hasta el final.
  • En otra ocasión hubiera intentado razonar pero en aquella era tan obvio que las motivaciones de los instigadores eran sentimentales, que cualquier tipo de raciocinio estaba descartado. Eso además se pudo comprobar poco después porque, alguien a quien ya había calado en las reuniones anteriores volvió a demostrar que solo él puede llevar razón. Así, evidentemente, no merece la pena ni molestarse. 
  • Por diferentes motivos la reunión es más que susceptible de poder ser impugnada, en parte o incluso en todo. Veremos qué pasa y, en caso de ser impugnada, veremos qué pasa cuando se vuelva a votar.
Con todo, eso carece de la menor importancia en comparación con la conclusión principal: La decepción. Por todo, por el trato recibido casi como si fuéramos delincuentes, por la desfachatez, la cobardía y hasta la baja calidad personal de personas con las que no solo no teníamos ningún problema sino que nos llevábamos (o eso pensábamos) bien con ellos. Ahora te queda la duda de cómo va a cambiar tu forma de comportarte. Personalmente no voy a negar el saludo a nadie pero tampoco voy a perder un minuto en estar con alguien que merece tan poco la pena y que no es ni capaz de decirte las cosas a la cara. Eso en cuanto a lo personal, en cuanto a lo colectivo, creo que en las reuniones intentaré dejar de pensar en el bien de la comunidad y pensar solo en mi bien propio. Según parece lo otro ya no se lleva.

Y, claro está, también la conclusión secundaria. Ellos pierden más que yo. Yo, a lo sumo, solo perderé dinero, a pesar de que ya he dicho al compañero con el que como en el trabajo que si el lunes no aparezco es porque me han llevado al trullo por no cambiar el toldo :-D.

Un saludo, Domingo.

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