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domingo, 23 de octubre de 2011

Colores de cristales

Mucho se ha escrito en estos últimos días, primero sobre la famosa Conferencia rebautizada por algunos como el Festival de San Sebastián (incluyendo el número circense del tragafuegos entre el presidente de los socialistas de Euskadi y el de todos los vascos) y luego sobre la todavía mucho más famosa declaración que unos terroristas encapuchados enviaron, como dicta su modus operandi, a la BBC. No me he puesto a mirar qué dije en la anterior tregua pero supongo que no cambiará mucho de lo que voy a decir ahora, incluyendo por supuesto un recuerdo a la memoria de Miguel Ángel Blanco (no es probable que una víctima de ETA lea esto y si lo hace espero que no se moleste porque no es más que una expresión de un sentimiento muy personal y es que a mí, personalmente, ningún otro caso me ha impactado como lo hizo este.

Pero volviendo a la actualidad, el otro día en Twitter alguien preguntaba:
¿En qué clase de país vivimos en el que tienes que EXPLICAR por qué es bueno que una banda terrorista deje la violencia?

Y mi respuesta fue la siguiente:
Uno en el que no es lo mismo DECIR que CUMPLIR lo que se dice. Ojalá esta vez sí cumplan lo que dicen.

Yo doy por sentado que todos queremos lo mismo, los que retuiteaban el mensaje original y los que no lo hicimos y hasta respondimos. La diferencia está en el grado de escepticismo con el que nos tomamos una noticia hasta ahora inaudita. Unos (con lógica) ven circunstancias completamente nuevas (Bildu en las instituciones, ausencia aparente de actividad desde hace un tiempo y diferente lenguaje en los comunicados) y otros (también con lógica) recuerdan "circunstancias nuevas" del pasado en las que al final nuestro gozo quedó en un pozo, recuerdan robos de coches con policías franceses asesinados, etc.

En este sentido me han resultado particularmente reveladoras las declaraciones de Rosa Díez que no voy a repetir aquí. Quien quiera buscarlas no tendrá el más mínimo problema en hacerlo y además en encontrarlas. Pero aunque me parezca esa postura la más acertada, tampoco puedo reprochar la actuación pública del actual presidente y probable futuro presidente haciendo lo que todos los presidentes anteriores y yo mismo si me correspondiera, haría.

Otra cosa es que Rodríguez Zapatero siempre ha tenido una cierta fijación por ser el presidente que acabara con ETA. Así lo prometió en la campaña electoral del 2004 cuando dijo que acabaría con ETA en una legislatura. En esa legislatura, ETA lo engañó (y él a nosotros, por cierto, pero tampoco creo que sea relevante para mi argumento).
En la segunda, cuando la percepción general (justa o injusta, me da igual) es que va a dejar el país hecho unos zorros, comprendería que al menos quisiera irse llevándose la medalla de haber sido él quién acabó con la banda terrorista.

Ahora diría que ojalá ETA no vuelva a engañarlo ni a él ni a todas esas personas de buena voluntad que han guardado los periódicos del 20 de Octubre y desde entonces se sienten más seguras, háyanse sentido antes delante o detrás de unas pistolas. Si es cierto el interés genuino de ETA por dejar de matar sin ningún tipo de contrapartidas, quiera Dios que el próximo gobierno (del PP muy probablemente) no lo fastidie.

En cualquier caso, ahora mismo no sé quiénes tienen la razón, si los que se alegran y dan por descontada la rendición de la banda, la entrega de las armas y el final de la violencia (exceptuando quizás algún grupúsculo al estilo IRA Auténtico), aquellos que presuponen que no es más que otra jugarreta más de la misma o la de los que no tenemos ni idea de cuál es la realidad. Solo el tiempo dará y quitará razones y, por el beneficio de todos, espero que dentro de un año (o tres o cuatro) pueda decir que mis dudas eran infundadas, lógicas, pero infundadas.

Un saludo, Domingo.

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