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sábado, 17 de diciembre de 2011

Viviendo

Estas últimas semanas han sido bastante ajetreadas, "hectic" que dicen los ingleses, y lamentablemente no del todo para bien. En estos momentos se alegra uno por estar sano y le gustaría que todos los miembros de la familia lo estuvieran. Es cierto que son etapas de la vida, en concreto la última. Ahora cobran todavía más sentidos las lágrimas de Jose. Mucho me tempo que pronto seré testigo de algo similar y probablemente colabore.

En fin, por lo demás todo bien. Alguna que otra cosilla pendiente para escribir en el blog y también alguna que otra consideración sobre mi propia persona. En particular, a diferencia del año pasado esta vez sí que me he puesto en serio con la tarea de bajar de los 80 kilos. Ya estoy en esa fase a la que no llegué el año pasado según la cual durante el día voy cambiando varias veces de pesar más de 80 kilos a pesar menos. Mi físico lo agradece y mi juego los sábados (ahora no estoy yendo los jueves por mor del primer párrafo) también. Corro más rápido, aguanto más y sigo teniendo la misma pésima puntería que siempre.

No sé si decir que me sorprende la falta de voluntad de algunas personas para luchar contra su metabolismo porque, al igual que las otras veces, no me está costando trabajo comer menos. Sí que es cierto que a la voluntad hay que ayudarle. Me explico; tardé años en comprender que, aunque supuestamente en mi casa yo no comía tanto, realmente sí que lo hacía. Además la forma habitual de "poner la mesa" con platos variados de los que vas picando no ayudaba mucho. En primer lugar porque estaban ahí, no tenías que hacer ningún esfuerzo para que aparecieran. En segundo lugar porque te da cosa que quede comida en el plato ... en cualquiera de ellos. En cambio, cuando he vivido solo, no he tenido ese problema porque yo decidía qué y cuánto comer. Y normalmente eran cosas más ligeras y en menor cantidad.

Lo anterior es aplicable sobre todo a la cena, porque la comida, desde hace casi 12 años, la hago en algún restaurante de los del trabajo. Y es en este punto donde se sitúa el probablemente segundo gran foco de atención. Desde hace unos años, sobre todo cuando descubrí que sí que comía mucho, nunca pido dos platos, siempre pido uno ... o casi siempre. No solo eso, también procuro  no pasarme con el pan y elegir comidas de no demasiado contenido calórico. Mis 4 comidas semanales en el trabajo suelen incluir pescadito a la plancha, ensalada, ensaladilla de pimientos o incluso, esporádicamente, ensalada de salsa rosa, algún filete de carne, pisto, pollo a la plancha, ensalada de pollo ... y de postre, normalmente, fruta o, ahora, un zumito de naranja.

Con comida y cena balanceadas (incluyendo salir a comer fuera o pedir comida), alguna que otra infusión durante el día y poco más, no paso hambre y suelo mantenerme o incluso perder peso. Eso sí, a veces es fundamental dejar comida en el plato, aunque suponga luchar contra más de 30 años de costumbre.

Y lo de los 30 años me sirve para enlazar con otra cosa que quería comentar: me siento bien. Como todo el mundo voy sintiendo el paso de los años, las rodillas, la acidez, etc. Sin embargo, gracias a que hace 1 años pesaba 30 kilos más, ahora a los 30 y tantos pareciera que voy rejuveneciendo. Eso sí, llegará un momento en que eso se acabe ... esperemos y si no mal asunto. Con todas sus cosas malas, la vida aquí donde vivimos nosotros es algo apasionante. Estoy razonablemente satisfecho, si no muy satisfecho, de las cosas que he vivido, aún siendo consciente de que podían haber sido muchas más y solo espero que el resto del viaje, iniciado hace 35 años y acabado dentro de muchos, vaya por el mismo camino.

Un saludo, Domingo.

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