Esta semana ha sido tranquila. El lunes fiesta, el martes haciendo lo que se podía y el resto de la semana de curso. El curso, por otro lado, ha sido como imaginaba y no como me esperaba o como me esperaba pero no como me hubiera gustado. Posiblemente lo segundo es lo correcto. De nuevo nos encontramos con un curso absolutamente teórico para reforzar cosas, muchas de las cuales ya medio sabíamos, que se nos olvidarán a no tardar mucho. Y, por supuesto, nada que ver con lo realmente acuciante ahora que es otra cosa muy distinta.
Por otro lado, las cosas paralelas al curso o al menos algunas de ellas, me han servido para reforzar ciertas imágenes negativas que tengo desde hace un tiempo y que, evidentemente, no es lógico pensar que vayan a cambiar en un futuro cercano. Por ese mismo motivo, no queda más remedio que seguir intentando nadar y guardar la ropa. Eso puede llevar consigo que eventualmente te veas en una situación incómoda (incómoda más que difícil) pero con suerte, como este pasado viernes, hasta te dan alguna sugerencia que te evita el mal trago de tener que decir que no a algo a lo que es más que lógico que digas que no. Igual de lógico que les resulta a ellos el que no digas que no, por otra parte.
Así que nada, el trabajo sigue como seguía y así seguirá durante el tiempo que tenga que seguir. Pero para eso están los fines de semana, para no pensar en ello (aunque se escriba al respecto), para jugar al fútbol (aunque tengas molestias del partido del jueves) y para jugar con la nueva adquisición familiar: el perrito que jamás será conocido como "Sama" :-D. Por el momento parece que "Scotty" es el nombre que gana más enteros.
Nunca había tenido un cachorro. Sí que los había visto e incluso puede que alguna vez lo cogiera, pero nunca lo había tenido en una casa. Son terriblemente tiernos y casi adictivos. Ahora entiendo a mi mujer cuando le ponía a los suyos la mano una y otra vez para que la mordieran (y, jugando, desarrollaran su dentadura, imagino). Ahora más que nunca no entiendo a los que hacen esas barbaridades, ahora más que nunca estoy de acuerdo con penas de cárcel para los que torturan animales. Cárcel como poco, claro está.
Entiendo también que no se trata de algo fortuito. La evolución ha debido premiar en prácticamente todas las especies que sus cachorros produzcan una cierta sensación de ternura. Todos, absolutamente todos, incluso hasta de no mamíferos, como los reptiles. Siempre que he visto un reportaje de animales y he visto, por ejemplo, crías de cocodrilo, me han parecido especialmente tiernas. Y algo de ello habrá cuando no solo los padres los tratan con una deferencia exquisita (vale sí, hay casos en los que a la cría le dan la patada al nacer o incluso antes) sino que se pueden llegar a ver casos de unas especies cuidando de otras. Vamos, se puede es por decir algo. Basta con que convivan en una casa para verlo.
Aunque eso me recuerda que el gato (o los gatos) siguen tomando la jardinera como su retrete particular. Así que a ver si el perro crece pronto y los mantienen alejados. Cuando estaban los otros dos eso casi no pasaba. Casi, porque una vez salimos a pasearlos y al volver nos encontramos a una gata callejera comiéndose su comida :-).
Un saludo, Domingo.
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